Cabecera de la iglesia. Se distingue perfectamente el arranque original y la reconstrucción posterior
Vista Oeste de la iglesia
Crismón trinitario en el tímpano de entrada al templo
Circulando por la carretera que va desde Caldearenas hasta el pantano de La Peña encontramos Bataraguá, antigua población medieval reconvertida en pardina al igual que tantas otras del pirineo, especialmente de La Jacetania.
A día de hoy todavía podemos ver restos evidentes del antiguo despoblado, además de la iglesia de Santa María y los típicos espedregales a su alrededor también encontramos restos de una antigua necrópolis.
Sobre Bataraguá Duran Gudiol nos cuenta que pertenecía al Arcedianato de Sodoruel, y que durante los Siglos XIV, XV y XVI disfrutó del titulo eclesiástico de Rectoría.
Madoz que en el año 1845 ya lo da como deshabitado y arruinado, nos explica “Bataraguá es propiedad del Conde de Parsent, quien generalmente lo arrienda a uno de los vecinos del pueblo. Todavía conserva las ruinas de una casa ignorándose cuando desapareció.”
La iglesia de Santa María (Siglo XII) parece ser que se vino abajo entre los Siglos XVI y XVII.
Posteriormente y coincidiendo con el nacimiento de la pardina fue de nuevo reconstruida sobre sus propias ruinas a finales del Siglo XIX. Es un templo de una nave, orientado, con airosa espadaña de dos ojos al Oeste y crismón trinitario en el tímpano de entrada al templo. A pesar de su “agresiva” reforma aún conserva tímidos detalles de sus orígenes Románicos.